Origen e historia
Se trata de un juego muy viejo que ya era conocido entre los pueblos de la antigüedad. En una de las murallas de Tebas se puede observar una pintura en la que se encuentra el faraón Ramsés III jugando damas. Hay quienes atribuyen su invención a un griego durante la guerra de Troya, pero lo cierto es que aproximadamente en el Sigo XII el primitivo juego de damas comenzó a evolucionar, creándose en Europa el juego de damas moderno, sobre la base de otros tres: del Backgammon, se copiaron las piezas, del Alquerque el sistema de movimiento y del Ajedrez el tablero. Durante la Edad Media el juego se denominaba “ajedrez para damas” lo que dio origen a su nombre actual.
A partir del Sigo XVI con la introducción de la regla que hizo obligatoria la captura de las piezas, el juego adquirió un gran dinamismo y el número de jugadores aumentó significativamente, especialmente en Europa.
Análisis de las funciones que ejercita
Es un juego que produce complejas situaciones que exigen del jugador o bien la percepción del tablero y sus piezas bajo la forma de un sistema, como el uso de la acción, (movimientos inmediatos) y de la anticipación (movimientos futuros: propios y del contrincante). Predomina el pensamiento estratégico y el azar queda relegado a un mínimo lugar.
Si bien toda acción exige una anticipación y en el juego de damas esto se puede apreciar muy particularmente, lo que resulta muy interesante es la posibilidad de anticipar los movimientos del contrincante y propios, lo cual puede configurarse como una serie de pasos o instancias casi infinitas. Este ejercicio colabora en la preparación y desarrollo del pensamiento hipotético deductivo.
En otro orden de cosas el juego de damas ayuda para el control motor y de los impulsos, pues una ficha tocada debe ser movida e inmediatamente depositada. Demanda gran atención y concentración, siendo que se debe mover la pieza o dama que captura mas piezas, y facilita la sublimación e instrumentación de la agresión como todo juego de competición.
Cabe destacar que Edgar Alan Poe en su novela “Doble asesinato en la Calle Morgue” expresa: “Aprovecho por lo tanto esta ocasión para proclamar que el alto poder de reflexión es mucho más activo y provechosamente explotado por el modesto juego de damas que por toda la laboriosa futilidad del ajedrez. En este último juego, en que las piezas están dotadas de movimientos diversos y ostentosos, representan valores tan variados, la complejidad es tomada -error muy común- por la profundidad. La atención es poderosamente puesta en juego. Si la misma se relaja un instante, se comete un error, del que resulta una pérdida o derrota. Como los posibles movimientos son , no sólo variados, sino que desiguales en “potencia” las posibilidades de tales errores son multiplicadas, y en nueve casos sobre diez, quien gana es el jugador mas atento y no el más hábil. En las damas, al contrario, en que el movimiento es simple en su especie y sufre solamente pocas variaciones las probabilidades de inadvertencia son mucho menores, y la atención no siendo absoluta y enteramente monopolizada, todas las ventajas obtenidas por un de los dos jugadores sólo pueden ser conseguidas por una perspicacia superior”
(Texto extraído, adaptado y modificado sobre la base del libro “Introducción a los juegos lógicos en el tratamiento psicopedagógico” de Jorge Visca).
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